DISCURSO DEL PROFESOR DOCTOR JORGE HORACIO GENTILE EN LA INAUGURACIÓN DE LA CÁTEDRA JACQUES MARITAIN EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA, EL 11 DE MAYO DE 2006, OPORTUNIDAD EN QUE SE TRATÓ EL TEMA “PLURALISMO Y DEMOCRACIA”

 

            La inauguración de la Cátedra Jacques Maritain, en nuestra antigua y querida  Universidad Nacional de Córdoba, quiere venir a llenar una sentida necesidad, cual es: la de reabrir el debate a cerca de los graves problemas que aquejan a nuestro mundo y a nuestra sociedad en el recientemente iniciado siglo XXI, en el que, es de lamentar, se han devaluado los grandes principios que supieron dar coherencia a la democracia y a la convivencia pacífica, y donde el pluralismo, que profesamos, como una de las calidades de nuestro modo de vida democrático, necesita ser redefinido, sino queremos caer en relativismo o pragmatismo.

            No queremos, con esta Cátedra libre, hacer una simple evocación de quién fuera uno de los más grandes filósofo de la democracia en el siglo XX, y que visitara a esta ciudad hace setenta años, acontecimiento que celebraremos con un encuentro internacional en esta misma alta casa los día 6 y 7 de octubre próximo, sino que aspiramos a que su pensamiento nos ilumine, y sirva a las jóvenes generaciones que poco conocen de su comprometida obra intelectual, para entender los graves problemas de nuestro tiempo.                                                

          Este año nos hemos propuesto instalar en Córdoba, como eje de este debate, el tema “Pluralismo”, concepto que el Maestro desarrolló con precisión en su discurso y que asoció a la idea de la construcción de la sociedad democrática, a la que tanto contribuyó en la época en que le tocó vivir, ganada por los autoritarismos y los totalitarismos.

El tema “Pluralismo y Democracia” que hoy analizará el profesor doctor Carlos Daniel Lasa y el calificado panel que lo acompaña; integrado por los profesores, Guillermo Barrera Buteler, Ricardo del Barco, Pablo Riberi y Juan Fernando Brugge; no agotará la cuestión ya que el pluralismo necesitará ser estudiado también desde el punto de vista religioso y de los derechos humanos, como se hará el próximo 8 de junio cuando inauguremos, también, la Cátedra Jacques Maritain, en la Universidad Católica de Córdoba; o el Pluralismo y Administración, que proximamente tratará la Cátedra que inauguremos en la Universidad Siglo XXI, o desde el ángulo cultural, científico, educativo, estético, etcétera, como ocurrirá, seguramente, en próximos eventos.

            Jacques Maritain nos propuso una “ciudad de la persona o una democracia de la persona” y si “estamos orientados hacia un nuevo humanismo, humanismo que ya no será antropocéntrico sino teocéntrico, y en el cual la cultura tratará de dar testimonio de la presencia divina en lo más profundo de lo humano, no hay duda de que la obra común de los hombres tendrá como fin la realización de un ideal heroico, que muy bien puede ser el amor fraternal(…) La acción política tiende a un bien común, a una paz común, a una obra en común; y eso no puede realizarse si no es reuniendo a todos los miembros de la ciudad terrestre (los cuales de hecho pertenecen a familias espirituales diversas) en un convivium de activades temporales armoniosamente organizado.”[1]

            En el Humanismo Integral, escrito por el Maritain en 1934, el Maestro afirma al proponer el “Ideal histórico para una nueva cristiandad”, fundado en una concepción profano-cristiana en vez de sacro-cristiana como fue en el medioevo, que “la sociedad civil no se compone únicamente de individuos, sino de sociedades particulares formadas por ellos; y una ciudad pluralista(…)reconocerá a estas sociedades particulares una autonomía tan amplia como sea posible, diversificando su propia estructura interna según las conveniencias típicas de su naturaleza”; una economía al servicio del hombre y desde el punto de vista legal deberá admitirse “dentro de ella (que) los infieles vivan como los fieles y participen en el mismo bien común temporal”. “La ciudad pluralista multiplica las libertades(…)esta solución conduce de nuevo a la unidad de la comunidad temporal, que esencialmente y por naturaleza es una simple unidad de amistad.” Fernando Martínez Paz expresa que la propuesta del filósofo francés era “Una cristiandad que tenga como uno de sus rasgos característicos la ‘conquista de la libertad de autonomía’, no en el sentido kantiano sino en el que le dieron Aristóteles y San Pablo y que reconozca la dignidad de la persona humana.”

         Arturo Ponsati decía que “una sociedad democrática es aquélla que, merced al reconocimiento del pluralismo religioso, filosófico e ideológico, busca el fundamento de la convivencia, no en los temas a que alude la división, sino en algunos dogmas prácticos que resultan fundamentales a una sociedad de hombres libres, ya que sin su admisión ella se convierte”, según Maritain, “en una sociedad sin la menor idea de sí misma y sin  fe en ella, sin ninguna fe común que le permita resistirse a la desintegración(…)La fe en cuestión es una fe cívica y secular, que no religiosa. No es el sustitutivo de la fe religiosa que buscaron en vano los filósofos de los siglos XVIII y XIX(…)Tal fe secular se relaciona con los dogmas prácticos que la mente humana puede querer justificar(…)desde perspectivas filosóficas muy distintas, probablemente por que aquellas dependen básicamente de las simples percepciones naturales de que es capaz el corazón humano con el progreso de la conciencia moral, y que, en realidad, fueron despertadas por el Evangelio y quedaron incubándose en las sombrías profundidades de la historia humana.”

        “Lo que sí no resulta posible – continúa razonando Ponsati- es una democracia viviendo de la nada, es decir de la unanimidad agnóstica- relativista en el terreno filosófico-político. Ello, porque, entonces, la savia vital que la nutre se habría agotado definitivamente y el mundo estaría maduro sólo para la tiranía. De allí la importancia de la firmeza que cada corriente filosófica, que cada linaje espiritual, ponga en la búsqueda y en la defensa de la verdad, cometido del cual nadie puede estar excusado, como tampoco resulta legítimo pretender imponer por la fuerza la concepción resultante de esa búsqueda. “ya se trate de ciencia, de metafísica o religión, el hombre que dice ‘¿qué es la verdad?’ como Pilatos, no es un hombre tolerante, sino un traidor al género humano. No hay tolerancia real y auténtica, más que cuando el hombre está firme y absolutamente convencido de una verdad o de lo que él considera una verdad, y, al mismo tiempo, reconoce a los que niegan esa verdad, el derecho de existir y de contradecirle, de expresar su propio pensamiento, no porque sean libres con relación a la verdad, sino porque buscan la verdad a su manera, y porque este hombre respeta en ellos la naturaleza y la dignidad humana y esas materias primas y resortes vivos de la inteligencia y de la conciencia que les hacen –en potencia- capaces de alcanzar ellos también, la verdad que él ama, si un día llega a captarla.”

       Concluye Ponsati afirmando que “la realización de una ciudad pluralista, será producto del ejercicio práctico y leal de la toleracia y no de una actitud relativista que profese la equivalencia filosófica de todos los sistemas de creencias, valores y pensamiento.”

      Con estas palabras y con este apasionante tema dejo inaugurada la Cátedra Jacques Maritain en la Universidad Nacional de Córdoba.

[1] Maritain, Jacques “Para una filosofía de la persona humana”, paginas 219 y 224 y siguiente, Club de Lectores, 1984.